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MARTIN LUTHER KING JR.: Predicador evangélico con conciencia social

9 April 2018 1 Comentario

C. René Padilla

El 4 de abril del año en curso (2018) se cumplieron cincuenta años del fallecimiento de Martin Luther King Jr., el insigne luchador por los derechos humanos y civiles en los Estados Unidos. La bala que le cortó la vida le llegó mientras estaba en la terraza de su habitación en el Motel Lorraine en la ciudad de Memphis, en el Estado de Tennessee, adonde había llegado unos días antes en función de los preparativos para una marcha a nivel nacional que ocuparía la ciudad de Washington, D.C., como parte de la Campaña de la Gente Pobre de los Estados Unidos. Un esfuerzo que obedecería a su convicción que “la no-violencia no será verdaderamente eficaz mientras no llegue a convertirse en un movimiento de desobediencia civil a escala nacional”.

Su visita a Memphis resultó en algo inesperado porque coincidió con un ambiente social saturado de amenazas y peligros desatados por la violencia con la cual unos días antes, el 28 de marzo, la policía había reprimido una huelga de unos 2000 barrenderos que reclamaban respeto a sus derechos. La noche del día anterior a su asesinato King predicó en el templo Charles J. Manson, sede de la Iglesia de Dios en Cristo Jesús, la denominación pentecostal afroamericana más grande del país. Su sermón, el último que predicó, concluyó con una nota profética que expresaba su confianza evangélica en el Dios de la historia y de su vida personal:

Dios me ha permitido llegar a la cima de la montaña, y desde allí he visto la Tierra Prometida. Puede ser que yo no llegue a ésta con ustedes, pero quiero que sepan que nosotros, como pueblo, llegaremos a la Tierra Prometida. Nada me preocupa. No temo a nadie. ¡Mis ojos han visto la gloria de la venida del Señor!

Estas palabras ilustran claramente dos compromisos que hicieron de Martin Luther KingJr. un verdadero modelo de predicador evangélico con conciencia social. El primer compromiso que él tenía como predicador evangélico era con Dios, Padre del Señor Jesucristo, quien por medio de su Espíritu hace posible una vida caracterizada por la fe, la esperanza y el amor. Porque tenía fe en este Dios revelado en Jesucristo y en su Palabra escrita, King tenía la esperanza de un futuro que reflejara crecientemente el propósito de Dios de un mundo donde reinarán la justicia y la equidad. Y sobre esta base rechazó abiertamente la violencia y adoptó la lucha no violenta inspirada por la convicción que el amor es el medio más efectivo para lograr el cambio social.

Sin embargo, también rechazó el individualismo que con tanta frecuencia afectaba y aún afecta al mundo evangélico en general y, movido por una viva conciencia social, arriesgó su vida y la de su familia luchando contra la injusticia y en pro del pleno reconocimiento de los derechos civiles y de la igualdad de blancos y negros en una sociedad afectada profundamente por el racismo y la desigualdad. En otras palabras, el predicador evangélico bautista no se conformó con predicar en la iglesia el mensaje bíblico que recibió desde niño en su hogar y en la iglesia que pastoreaba su padre, hijo y nieto de pastores (la Iglesia Bautista Ebenezer, en Atlanta, Georgia), y que Martin Luther King Jr. enriqueció posteriormente con sus estudios teológicos. Fue más allá: lo usó (especialmente en lo relativo al principio de la no-violencia de la enseñanza de Jesús en el Sermón de la Montaña, según el Evangelio de Mateo 5:38-48; ver, además, Romanos 12:17-21) como la base de un movimiento de acción no-violenta y de política transformadora con conciencia social. Ese doble compromiso profético se detecta ya en el primer sermón que predicó en un culto dominical de adoración celebrado en la iglesia pastoreada por su padre, en el cual afirmó:

Como cristianos no debemos pensar únicamente en nuestros tronos y calles doradas del cielo, sino también en los tugurios y guetos que atrofian el alma, no sólo en los caminos por los que corren “ríos de leche y miel”, sino también en los millones de hombres, mujeres y niños que por toda la tierra se acuestan por la noche sin haber saciado su hambre. Toda religión que se preocupa solamente por las almas de los hombres, y no por las condiciones sociales causantes de la corrupción y las condiciones económicas que paralizan el alma, es una religión moribunda que necesita una transfusión de sangre nueva.

Aunque Martin Luther King Jr. obtuvo un doctorado en teología por la Universidad de Boston y se familiarizó con los escritos de autores de fama mundial, su mayor preocupación intelectual fue fraguar un pensamiento que diera respaldo a su lucha por el reconocimiento de los derechos de los pobres en general y de los negros en particular. Su búsqueda no lo alejó del Evangelio, pero sí lo condujo a reconocer que para lograr los cambios sociales deseados la no-violencia de la enseñanza de Jesús necesitaba un método para implementarse prácticamente. Con ese fin recurrió a las enseñanzas y la práctica de Mahatma Gandhi. Sobre este tema escribió:

Mi espíritu se volcó al Sermón de la Montaña y al método gandhiano de la resistencia pacífica. Este principio se convirtió en la luz que guiaría a nuestro movimiento. Cristo proporcionaba el espíritu y la motivación. Gandhi, el método.

Esto no significó un trasplante artificial de un contexto histórico a otro totalmente diferente. Al método gandhiano Martin Luther King Jr. le añadió el rico acervo de la larga experiencia de opresión sufrida por los afroamericanos en los Estados Unidos. Cabe, entonces, preguntar hasta qué punto la sacrificada lucha en pro de la igualdad dio fruto en términos de cambios significativos en beneficio de ese sector de la población estadounidense. No es este el espacio más apropiado para responder esta pregunta. Basta señalar que a lo largo de su historia esa lucha fue conquistando poco a poco el reconocimiento de los derechos humanos y civiles de los negros. Sin embargo, hay que señalar que el cambio de las actitudes raciales discriminatorias de la mayoría de los blancos permanecen lamentablemente en gran medida inalterables. Un triste síntoma de tal problema es la victimización de negros por parte de la policía de la cual dan cuenta los medios informativos estadounidenses. Se hace obvia la necesidad urgente de continuar y extender el ministerio profético de Martin Luther King Jr. como predicador evangélico con conciencia social.

 

 

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