El sentido de la vida
Es indiscutible que de todas las múltiples preguntas que una persona puede hacerse acerca de sí misma ninguna tiene tantos alcances como la pregunta: “¿Qué sentido tiene mi vida?” De la respuesta que uno dé a esa pregunta depende en gran medida su estilo de vida, incluyendo sus metas, su profesión u oficio, sus relaciones interpersonales y su uso del tiempo.
Sin negar que desde una perspectiva cristiana hay varias respuestas posibles, propongo que la más acertada es la que está orientada al cumplimiento del mandamiento más importante según la enseñanza de Jesucristo: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, y con todas tus fuerzas. El segundo es: “Ama a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más importante que éstos” (Mr 12:30-31).
Sin idealizar a Cathy, quienes la conocimos porque convivimos con ella durante un buen número de años, o como esposa o como madre, podemos testificar acerca de la seriedad con la que ella, como discípula de Jesucristo, hizo del amor a Dios y al prójimo el propósito central de su vida.
Por eso, al cumplirse el jueves 21 del mes en curso los diez años de su partida estamos reunidos para dar gracias a Dios por su vida y celebrar el rico legado que nos dejó, y no solo a nosotros, sino también a muchas otras personas que la conocieron.
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