Cuidado de la creación
Del el 8 al 13 de septiembre pasado se realizó en las afueras de la ciudad de Cusco, Perú, el primer encuentro para América Latina y el Caribe de “Cuidado de la creación y el evangelio” de la Red Lausana, dando continuidad a la Consulta Global de Lausana realizado en noviembre de 2012 en Santa Ana, Jamaica (ver el llamado a la acción en http://www.lausanne.org/es/contenido/declaracion-de-la-consulta/cuidado-de-la-creacion-llamado-a-la-accion).
Las personas reunidas fueron alrededor de ochenta y representaron a la mayoría de los países de América Latina. El programa incluyó presentaciones expositivas, participación grupal en las mesas y por regiones, y salidas de campo.
Iniciamos el encuentro partiendo de nuestra situación actual en el continente. Cada región debía poner en un papel los problemas ecológicos de su zona y pegarlo en un gran mapa de América. Luego de la dinámica, el continente se vio cubierto de papelitos de colores de explotación minera, contaminación de agroquímicos, deforestación, sojización, privatización de territorios públicos y de pueblos originarios, pérdida de biodiversidad, cambio climático, inundaciones, desertificaciones, acumulación de deshechos, y cuántas negativas más. El panorama se veía bastante desalentador.
En las presentaciones expositivas se plantearon no sólo fundamentos bíblico-teológicos para el cuidado de la creación, sino también problemas concretos en detalle. Notable fue el estudio de caso del crecimiento de la minería en el Perú, con su consecuente contaminación de aire y cuencas fluviales, y a su vez el beneficio en retenciones que proporciona al gobierno peruano y que dificulta en gran manera los reclamos de las organizaciones que defienden a los pueblos afectados. Esta complicada maraña de ausencia de leyes o falta de sometimiento a las mismas, de intereses políticos internacionales y codicia sin límite, de corrupción, de uso de fuerza, de beneficios económicos (maraña tan común en nuestros países) deja en claro que el cuidado de la creación no consiste solo en pájaros y mariposas sino que es una lucha contra poderes y potestades.
En medio de este panorama, fue alentador escuchar sobre los esfuerzos que se están realizando en el continente para hacer cambios que fomentan el cuidado de la creación.
En un primer nivel, hablamos de vivir estilos de vida familiares menos consumistas y de la necesidad de ahorrar energía y recursos, de reutilizar, de reciclar, y de practicar en la intimidad lo que soñamos para nuestro mundo.
En un segundo nivel, hablamos de concientizar a las iglesias mediante prédicas y estudios bíblicos, liturgias que rescatan elementos de la naturaleza, educación sobre medio ambiente para adultos y niños de escuela dominical, debates sobre los aportes de la encíclica papal, huertas eclesiásticas, eventos culturales que incluyan arte, música y teatro, colaboración con organizaciones que están en el tema, ministerios itinerantes, y otros, manejando la idea de eco-iglesias o iglesias verdes que no solo viven estilos de vida diferentes sino que participan en sus barrios en proyectos de saneamiento, reforestación, huertas comunitarias u otras formas de conservación.
En un tercer nivel, hablamos de incidir en ámbitos públicos para el cambio de políticas. Difícil fue escuchar el caso de un hermano indígena de la selva amazónica peruana cuya comunidad en ese momento había tomado por la fuerza una planta maderera por haberse excedido ya semanas de su contrato de dos meses para extraer madera del territorio indígena. Más falta habría de escuchar de casos de iglesias del hemisferio norte que presionan a sus gobiernos y sedes de empresas trasnacionales para que controlen su explotación desmedida y contaminante de recursos en los países en desarrollo.
Algo que caracterizó este encuentro fue una organización contextualizada y al detalle. Para empezar, un logo formado por la hoja de quina, con símbolos de tejidos y terrazas. En el salón de reuniones, una mesa con ejemplares de decenas de variedades de papa y semillas de maíz. El café, sin uso de vasos descartables. Una salida de campo a las terrazas y ciudadela inca de Pisac, con un sabor de papas cocidas en horno de barro, y otra al Centro de Exposición de Tejidos y Camélidos. Una noche cultural peruana, con bailes autóctonos que expresan la conexión cercana del indígena con la tierra. Tiempos de adoración y música en ritmos locales de toda América Latina. Quizás algo para tomar en cuenta para futuros encuentros sería llegar a un acuerdo con el hotel hospedador de no cambiar sábanas y toallas debido al tremendo gasto innecesario de agua que esto implica.
Fue significativa la última reunión en la que se nos invitó a poner en el mapa, esta vez en el suelo en medio nuestro, ya no papeles de colores dramáticos sino las hojas en las que figuraban nuestras propuestas de acción por región o país. En la participación conjunta del pan y del vino entregamos a Dios nuestros sueños y proyectos, comprometiéndonos como comunidad a perseverar en la acción, con la esperanza en el Dios que un día hará nuevas todas las cosas (Apoc 21.5).
En el acto de cierre se invitó a los participantes a firmar una versión gigante del llamado a la acción redactado en la Consulta Global del 2012 en Jamaica. El punto número cinco merece cautela; hace referencia a las misiones entre personas no alcanzadas. La expresión “no alcanzadas” infiere que Dios no ha estado presente ni activo en estos grupos antes de la llegada de los evangélicos. Proponemos, por lo tanto, fomentar especialmente la expresión de pueblos originarios y sus teologías, tanto más en armonía con el medio ambiente, para que sus aportes nos “alcancen” a nosotros a quienes nuestra teología occidental nos ha inculcado la función de dominadores de nuestro ecosistema, con las nefastas consecuencias que esto ha tenido para el medio ambiente.
Sin duda, el mayor provecho de este encuentro ha sido el estímulo de hermanas y hermanos de todo el continente y los vínculos que se han formado a raíz de esta convivencia de unos pocos días. El esfuerzo de los organizadores por no quedarnos en una conferencia más se vio en las dos sesiones de trabajo, establecidas por regiones para fortalecer redes y para planificar una acción conjunta. Que estos sueños se concreten dependerá del compromiso que sostengamos en nuestro contexto específico y de la incorporación de las nuevas generaciones a este movimiento continental. Dios utilice la terracita de este encuentro en Cusco para que germinen innumerables variedades de semillas que logren fortalecer una resistencia cristiana al deterioro de este hermoso ecosistema latinoamericano.
La hoja de Quina (Árbol nacional de Perú) con forma de escudo, simbolizando la responsabilidad que Dios nos da de proteger y cuidar de la naturaleza ejerciendo una mayordomía responsable. Vemos los tejidos de Pisac en el contorno y en la parte superior, como símbolo de nuestro llamado cristiano, la cruz: que es por el sacrificio de Cristo que abarca toda la creación. En el fondo Las terrazas que los incas usaron para adaptar la agricultura a la topografía andina: representa la interacción de la tecnología con la naturaleza.
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