Carta de una hija en el día de su cumpleaños 85

Querido viejo:

Acá estamos, atajando tus desafíos. Que nuestra amiga murió de SIDA y dejó huérfanos a sus tres chiquitos, que vamos a clase a estimular a estudiantes en escuelas y universidades, que tratamos de formar hogares abiertos que ofrezcan amor y contención, que no me dan las cuentas y tengo que hacer trámites, que me toca resolver un conflicto con alguien de la comunidad, que cómo pasamos de la agroindustria a la agroecología, que a este amigo hay que llevarlo a un centro de rehabilitación o no va a sobrevivir, que cómo hacemos para desafiar a los jóvenes a reflexionar y poner en práctica su fe, que por fin pudimos sacar el libro sobre la iglesia y la violencia de género, que cómo creamos una banca ética que ofrezca una alternativa a inversores, que hay que ubicar a los inmigrantes que vienen sin techo ni trabajo, que cómo incidimos en la política sin que la política nos cambie a nosotros, que en una semana hay elecciones y la gente parece estar convencida de que la solución económica es el endeudamiento a cien años y los beneficios a las grandes empresas.

Y podría seguir toda la tarde escribiendo los “ques” en los que tantos cristianos se han involucrado en estas últimas cinco décadas, incentivados por una predicación tuya, o una conferencia, o porque leyeron un libro o un artículo en el que nos llamabas a participar de una misión que es integral y que afecta toda área de la vida humana, y nos estimulabas a vivir para el Reino de Dios y su justicia.

Hoy, 12 de octubre del 2017, en el día de tu cumpleaños 85, nos mandaste a todos un souvenir que conmemora la terrible masacre que se inició en 1492; prueba contundente de esta dominación es nuestro propio apellido español, Padilla. ¿Habrá algo que restituir a los originarios por el exterminio que ejercieron nuestro ancestros? ¿Habrá manera de comunicarle a los sobrevivientes que no queremos ejercer más la dominación ni la conquista?

Hoy también, en tu día, y sin tu permiso, queremos abrir un espacio para que otros te manden regalitos, saludos y gestos de aprecio. Hace cinco años, estando reunidos en el Centro Kairós para el Encuentro anual de la Fundación Kairós, nos anunciaste que estabas de novio. Algunos pensaron que hablabas en sentido figurado sobre tu relación con la iglesia o la misión integral; más de un corazón saltó cuando explicaste que Dios te había concedido una compañera para los años que te quedaban de vida. En esa ocasión celebramos tus ochenta años, reflexionamos sobre la misión integral y escuchamos testimonios de agradecimiento.

Cinco años después, tu lucha continúa, sin pausa y sin tregua. ¿De qué estás hecho, viejo roble? ¡Dios te conceda muchos años más de vida! Y que, en vez de que tus obras sean póstumas, puedas celebrar con nosotros la llegada de tus escritos aún vigentes a las manos de más lectores de este siglo XXI.