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Algunas sugerencias para nuestros nuevos diputados protestantes. Propuestas para una agenda fiel al evangelio

2 March 2010 7 Comentarios

Por Juan Stam

Debo comenzar con confesar que no simpatizo para nada con partidos políticos religiosos, incluso los mal llamados “democristianos”, que las más de las veces no han sido ni cristianos ni democráticos. La historia de los partidos protestantes en América Central me parece vergonzosa. En Guatemala, un presidente “evangélico” fue asesino y otro (¡un “profeta”!) resultó ser un ladrón descarado. En Nicaragua, el “Camino Cristiano” no era cristiano ni conocía el camino. Ahora su fundador, Guillermo Osorno, después de disolver el partido, se dejó elegir como un congresista más por el Partido Liberal del escandalosamente corrupto Arnoldo Alemán. Y nuestro actual diputado costarricense, el pastor Guyón Massey, ha sido simplemente un voto más en la “mayoría mecánica” del oficialismo, a cambio de privilegios y beneficios.
En Costa Rica la población protestante ha crecido significativamente, concentrada especialmente en las megaiglesias. De los cuatro millones y pico de habitantes, más de medio millón son protestantes, la gran mayoría en congregaciones que no les enseñan a pensar sino que les prohíben toda clase de análisis crítico. Eso produce un bloque electoral muy numeroso de “ovejas domesticadas”, como decía don Pepe Figueres, que van a dar su voto a cualquier candidato protestante. Eso significa que tendremos partidos protestantes para rato.

Los partidos protestantes, especialmente en Costa Rica, han promovido un programa de dos énfasis: primero el aborto y la homosexualidad, y segundo los privilegios de nuestras iglesias (requisitos de salubridad, estacionamiento, etc; beneficios de migración y aduana, etc). Los temas sexuales han sido obsesivos, con argumentos muy generales de poca profundidad bíblica y teológica. Eso ha dado a la iglesia evangélica una imagen dogmática y homofóbica. En cuanto a esos temas, ni hace falta nuestro aporte, ya que son defendidos más que suficientemente por la Iglesia Católica y un sector amplio de la sociedad. Son temas tremendamente politizados, muy buenos para granjear votos protestantes en perjuicio de otros temas más urgentes.

No propongo a nuestros diputados que abandonen esos temas sino que amplíe su agenda para tomar en cuenta “lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe” (Mt 23:23). Desde esa perspectiva, me permito recomendarles algunos temas nacionales que esperan la voz profética de ustedes.

Para comenzar, no es ningún secreto que la corrupción del gobierno es uno de los mayores problemas de este país. Hemos tenido dos expresidentes juzgados penalmente y otro fugitivo del país. Hemos tenido el “Memorándum de la vergüenza”, redacto por el vicepresidente de la República y un diputado pariente del señor presidente. Cada semana trae algún escándalo nuevo, pero el gobierno y los medios masivos de comunicación se han dedicado a tratarlo como “escándalo de tres días”, para que el pueblo no lo vea como crisis moral del gobierno mismo. Hasta donde yo sepa, la voz de nuestro diputado actual nunca se hizo escuchar en denuncia profética de tanta corrupción.

Ha habido una gran falta de transparencia y honestidad en nuestros gobernantes. El presidente Arias prometió carros de lujo si se pasaba el TLC y suicidios masivos si se rechazaba. Mintió sobre Cuba cuando dijo que todo opositor al gobierno está en el exilio, en la cárcel o en el cementerio. No sorprende que la falsedad contamina toda nuestra vida política; lo que sorprende es el silencio de los que pretenden representar a Aquel que denunció a los fariseos y purificó al templo de su corrupción. A nuestros diputados electos, les exhorto a exigir del gobierno honestidad y a desenmascarar la falsedad de cualquier fuente que salga.

En el último cuatrienio ha aparecido otro hecho del cual pocos costarricenses se han dado cuenta: el aumento de la represión violenta de la protesta pacífica. El presidente Arias anda con un cuerpo policial numeroso para controlar cualquier brote de oposición. Aumenta el número de retenes en las carreteras, especialmente hacia Limón y otros lugares de conflicto social. Las marchas ahora se topan con barricadas y cantidades exageradas de policías con macanas. En diferentes ciudades del país esto ha llegado a la violencia física contra los que protestaban. Peor aun, en el mismo bulevar de la Asamblea Legislativa la policía atacó a los disidentes hasta enviar a uno de éstos al hospital, dejar a otro sin unas muelas y manchar con sangre la calle del bulevar. Todo esto fue filmado por las cámaras de seguridad de la Asamblea Legislativa

Pese a toda la retórica de “democracia”, Costa Rica se mueve hacia un estado represivo. Es de esperar de nuestros diputados cristianos que pongan mucha atención en este peligroso fenómeno.

Otra área de urgente preocupación para nuestros diputados protestantes tiene que ser la administración justa de los recursos naturales y la conservación del medio ambiente. Los diputados que se proclamen fieles a los principios cristianos deben defender el derecho de Sardinal y otros pueblos al agua, en vez de permitir que el agua se desvíe hacia complejos turísticos y canchas de golf. Otro ejemplo preocupante tiene que ver con la minería de cielo abierto. ¿Dónde estaba nuestra voz profética cuando el presidente Arias declaró dicha explotación en Crucitas como “de interés nacional”? Paradójicamente, José Merino del Río, de Frente Amplio, ha sido mucho más profético sobre estos temas que nuestras iglesias y nuestro diputado.

Otro tema para nuestros diputados: ¡el estado laico! La separación de iglesia y estado es una doctrina histórica de nuestra tradición evangélica, y el artículo constitucional que declara nuestro país oficialmente católico ha sido fuente de discriminación en nuestra contra. Es increíble ahora encontrar al partido cristiano tan plegado al oficialismo, que está defendiendo el status oficial constitucional de la iglesia católica. Espero que nuestros nuevos diputados luchen a brazo partido para eliminar esa injusta discriminación.

A la vez, sería una cosa buena eliminar el juramento en el nombre de Dios. Además de ser una hipocresía que llega hasta la blasfemia, porque muy pocos políticos lo toman con la menor seriedad, tal juramento es contrario a la Biblia. El concepto de “Ha Shem”, el nombre divino, era tan elevado en el pueblo hebreo que jamás se podría tomar tan livianamente; en muchas épocas ni se permitía pronunciarla. Jesús mismo prohíbe jurar ni por eufemismos que equivalen al sagrado nombre (San Mateo 5:34-25; Santiago 5:12). Con eliminar esa hipocresía, nuestro país podría comenzar a ser un poco más cristiano.

Finalmente, como diputados costarricenses ustedes tendrán responsabilidades éticas fuera de nuestras fronteras. Deben estudiar cuidadosamente la situación de nuestro vecino país de Honduras, donde los militares siguen reprimiendo a la Resistencia con toda clase de crímenes. Si ustedes se callan, la sangre estará sobre sus manos.

Si ustedes, hermanos, son fieles en levantar una voz profética en esta tierra, alabado sea Dios. Si no, mejor irse para la casa.

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