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Dicen que soy comunista…

8 April 2011 14 Comentarios

Por Darío A. López Rodríguez

En los últimos días he leído correos electrónicos en los cuales a los ciudadanos evangélicos que hemos circulado una Carta Abierta sobre las afirmaciones públicas de un candidato vinculado al fujimorismo, se nos acusa de ser “comunistas evangélicos”. En realidad no me llama la atención esta reacción. Es la típica forma de actuar de quienes carecen de argumentos políticos, se escudan en un lenguaje religioso y no se atreven a discutir políticamente sobre la posición partidaria que han asumido como una cruzada religiosa.

¿Es cuestionable asumir una práctica o tener una opción política coincidente con las ideas cercanas a aquello que se conoce como la izquierda? ¿Es más bíblico, más evangélico, más coherente con los principios del reino de Dios, ser de derecha, especialmente la del sector que avala la corrupción, justifica crímenes de lesa humanidad y llama a la violación de los derechos humanos un “costo inevitable”? Parece que de eso se trata, es decir, de afirmar que la única posición política válida para un evangélico es ser de derecha. Esto explica por qué se descalifica a quienes se atreven a levantar la voz, etiquetándoles como “comunistas evangélicos”.

Para que no sigan especulando aquellos que seguramente se sentirían más cómodos en las filas del Opus Dei, Sodalitium Christianae Vitae o el partido Republicano, enumero varias de las preocupaciones sociales y políticas que moldean mi compromiso ciudadano y que me han llevado a insertarme en el mundo de los pobres de la tierra hace más años de treinta:

1.    Defensa irrestricta de los derechos humanos de los sectores sociales históricamente marginados y excluidos, particularmente niños, adolescentes, mujeres maltratadas y todos los que viven en pobreza extrema.
2.    Lucha activa no violenta contra el escándalo de la pobreza y de la pobreza extrema que afecta a miles de ciudadanos y, entre ellos, a decenas de evangélicos.
3.    Cuidado por el respeto y la protección del derecho de las comunidades andinas y de los pueblos de la amazonía a poseer la tierra de sus ancestros.
4.    Oposición no violenta a la depredación abusiva de los recursos naturales no renovables y a la contaminación del medio ambiente por parte de los grandes consorcios mineros, petroleros y madereros.
5.    Exigencia de que el Estado regule las tarifas de los servicios públicos, invierta en una educación de calidad, proteja los derechos laborales y salvaguarde los recursos que pertenecen a todos los peruanos.
6.    Defensa de los derechos del no nacido y de los niños que se encuentran en una situación de riesgo permanente en la zona andina, la amazonía y los cinturones de pobreza que rodean las ciudades.
7.    Cuidado integral de la familia, proveyéndoles todo lo necesario para que su calidad de vida sea digna de seres humanos, a quienes las instituciones vinculadas al Estado y la sociedad están llamadas a defender en todo tiempo.

Podría seguir enumerando los hilos que tejen mi compromiso ciudadano; sin embargo, creo que con lo expuesto basta. ¿Estas preocupaciones sociales y políticas me ubican en la izquierda política? Si es así, entonces, ¡si soy de izquierda y a mucha honra! ¿Es un pecado? No lo creo, porque ser de izquierda no es lo mismo que ser comunista, ateo o un lobo disfrazado de oveja.

Lima, 7 de abril del 2011

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