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45 años de la Fraternidad Teológica Latinoamericana

15 June 2015 2 Comentarios


por C. René Padilla

Con unos meses de anticipación, la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL) celebró en San Pablo, Brasil, del 4 al 7 de junio del año en curso cuarenta y cinco años de su formación, que se llevó a cabo en el histórico encuentro que se realizó en la ciudad de Cochabamba, Bolivia, del 12 al 19 de diciembre de 1970.

Según su definición de objetivos se deduce que en el origen de la FTL sus premisas fundamentales serían las siguientes: 1) La autoridad de la Biblia y, en consecuencia, su carácter normativo como la Palabra de Dios en su modalidad escrita. La teología de la FTL, por lo tanto, sería bíblica. 2) La reflexión bíblica de la FTL se realizaría en medio de las culturas latinoamericanas. En otras palabras, la teología articulada en el seno de la FTL sería contextual. 3) La reflexión bíblica y contextual de la FTL estaría al servicio de la vida y misión de las iglesias evangélicas en América Latina. Es decir, la teología de la FTL sería pastoral y misional.
El carácter bíblico de la teología de la FTL está enraizado en un hecho histórico: todos los que participaron en la reunión inaugural de este movimiento, por encima de sus diferencias denominacionales, se identificaban con lo que José Míguez Bonino ha denominado “el rostro evangélico del protestantismo latinoamericano”. Consecuentemente, tanto en su teología como en su vida práctica hacían suyas las convicciones que dieron base a la Reforma protestante del siglo 16: sola scriptura, solus Christus, sola gratia, sola fide. Partieron de lo que se ha denominado el “principio formal” de la teología: la autoridad de la Escritura. Y sobre esta base, confiando en la iluminación del Espíritu y haciendo uso de sólidos principios hermenéuticos, avanzaron en la articulación de su teología.
Clara señal de uno de los objetivos principales que inspiraron la formación de la FTL fue el tema que se abordó en su Primera Consulta en 1970: “El debate contemporáneo sobre la Biblia”. La Declaración evangélica de Cochabamba, emitida por esa Consulta, define la autoridad de las Sagradas Escrituras en términos que no dejan lugar a dudas respecto a su lugar en relación con la revelación especial del trino Dios:

La única autoridad absoluta es aquella que reside en Dios. La definición del sentido y el alcance de la autoridad bíblica sólo es posible cuando se coloca a la Biblia en el contexto total de la revelación de Dios en la historia y de su propósito salvífico. La Biblia es asimismo inseparable de Jesucristo y del testimonio interno del Espíritu Santo. Dios ejerce su autoridad por medio de la Palabra escrita y del Espíritu. Y esta autoridad es normativa en todo cuanto concierne a la fe y a la práctica cristianas.

Es obvio, sin embargo, que para la elaboración de teología bíblica no basta el mero reconocimiento de la autoridad de la Biblia. Tal reconocimiento tiene que ir acompañado por una interpretación basada en una hermenéutica contextual, es decir, una hermenéutica que cumpla la función de salvaguarda del mensaje bíblico en su contexto original y a la vez muestre su relevancia en el contexto contemporáneo. En palabras de la Declaración evangélica de Cochabamba, “necesitamos una hermenéutica que en cada paso haga justicia al texto bíblico”.
Tanto los múltiples encuentros como las numerosas publicaciones de la FTL a lo largo de su historia ejemplifican claramente lo que significa en la práctica estudiar la Biblia reconociendo su carácter normativo como la Palabra de Dios en su modalidad escrita haciendo uso de una hermenéutica contextual. En otras palabras, es estudiarla tomando muy en serio no sólo el contexto histórico original de los escritos que forman parte de ella sino también el contexto histórico actual y las preguntas que éste plantea a los lectores en el mundo contemporáneo — preguntas relativas no sólo a la ética personal sino también a la ética social.
Tanto el reconocimiento de la autoridad de las Sagradas Escrituras como la constante búsqueda de fidelidad a su mensaje y de su actualización contextual se han hecho visibles, por ejemplo, en los “congresos latinoamericanos de evangelización (CLADE II a CLADE V) auspiciados por la FTL, y se traslucen también en sus publicaciones, comenzando con su órgano oficial en castellano, el Boletín teológico. Lo mismo se puede decir respecto a los libros de la Colección FTL, que tomaron el lugar de la revista, escritos (con muy pocas excepciones) por autores latinoamericanos y publicados hasta recientemente bajo el sello de Ediciones Kairós. Todos ellos, en mayor o menor grado, podrían usarse para ilustrar el valioso aporte que la FTL ha hecho en el campo de la teología bíblica enfocada desde la perspectiva contextual promovida por este movimiento. Cabe, además, por lo menos mencionar que en la revista trimestral oficial de la Comunidad Kairós (Misión desde el No. 1 hasta el 38 inclusive, e Iglesia y Misión a partir del No. 39) se publicaron numerosos artículos escritos en su gran mayoría por miembros de la FTL, caracterizados por la misma tónica bíblica-contextual de los artículos mencionados en relación con el Boletín Teológico y los libros de la Colección FTL.
En conclusión, el uso frecuente de una hermenéutica contextual tanto en los encuentros como en las publicaciones vinculados a la FTL a lo largo de su itinerario justifica el calificativo de la teología efeteliana como una teología contextual. Rolando Gutiérrez la describió atinadamente como una teología evangélica que “da por sentado que sólo es posible cuando los cristianos toman en serio la situación socioeconómica, política y cultural en que viven, y se esfuerzan por encarnar los valores del Reino de Dios en su propio contexto”. En línea con esta convicción, la reflexión auspiciada por la FTL ha mantenido un énfasis interdisciplinario, y varios de los miembros del movimiento son profesionales que, sin tener una capacitación teológica formal, quieren “pensar teológicamente”.
Cabe añadir que la reflexión efeteliana no es un fin en sí: está al servicio de la Iglesia de Jesucristo y, consecuentemente, tiene una orientación pastoral y misional. A lo largo de sus cuarenta y cinco años de existencia, como reza uno de sus objetivos, la FTL ha buscado maneras de “contribuir a la vida y la misión de las iglesias evangélicas en América Latina, sin pretender hablar en nombre de ellas ni asumir la posición de su vocero en el continente latinoamericano”. Un buen número de sus miembros son pastores de iglesias locales y tienen la oportunidad de implementar ese objetivo directamente por medio de su ministerio pastoral y misional, alentados por los encuentros y las lecturas vinculadas a la FTL. Otros miembros enseñan en instituciones de educación teológica y pueden testificar de lo mucho que este movimiento ha significado en su labor docente. Y otros mas, que no han estudiado teología formalmente, han derivado de la FTL la inspiración para ejercer su profesión con sentido de misión, en línea con la afirmación que se hace en la Introducción al libro que surgió de la Consulta de la FTL sobre nuevas alternativas de educación teológica, que se realizó en Quito, Ecuador, del 19 al 23 de agosto de 1985: “Todos los miembros de la iglesia necesitan aprender a pensar teológicamente; todos precisan herramientas para construir puentes entre el mundo de la Biblia y el mundo contemporáneo, y todos requieren ayuda para articular su fe”.
Por la gracia de Dios, las perspectivas pastorales y misionales de la FTL han calado y siguen calando profundamente en muchas iglesias en América Latina e incluso en otros continentes. En el centro de tales perspectivas están las convicciones de las cuales este movimiento deriva su orientación pastoral y su orientación misional. Como se hace evidente en sus publicaciones, la FTL ha promovido desde su origen una pastoral participativa que toma en serio el sacerdocio de todos los creyentes y un liderazgo de servicio modelada por el Hijo del Hombre, que “no vino para que le sirvan sino para servir y dar su vida en rescate por muchos” (Mr 10:45). Uno de los miembros de la FTL ha sido reconocido como el “padre de la psicología pastoral en América Latina”. Se trata de Jorge León (cubano-argentino con largos años de residencia en Argentina), cuya obra Psicología pastoral para todos los cristianos, cuya décimo-cuarta edición fue publicada por Ediciones Kairós.
En cuanto a la orientación misional de la teología de la FTL, no es exagerado afirmar que a ésta se la reconoce hoy como una de las entidades evangélicas que por la gracia de Dios más ha hecho por difundir en América Latina y a nivel global lo que hoy se denomina misión integral— un acercamiento a la misión de la iglesia en el que se busca poner en práctica lo que el apóstol Pablo denomina la obediencia de la fe por parte de todos los seres humanos en todas las naciones (Ro 1:5 y 16:26).
La visión panorámica que hemos presentado de la teología de la FTL nos da base para afirmar que, en términos generales, a lo largo de los cuarenta y cinco años transcurridos desde su iniciación en 1970, este movimiento se ha esmerado por cumplir los tres objetivos definidos en la Declaración evangélica de Cochabamba. Ha tomado en serio “el carácter normativo de la Biblia como la Palabra de Dios” y, sobre esa base, buscando la dirección del Espíritu y haciendo uso de la hermenéutica contextual, ha desarrollado “un pensamiento evangélico atento a los interrogantes que le plantea la vida en el mundo latinoamericano”. Ha construido así “una plataforma de diálogo entre pensadores que confiesen a Jesucristo como Salvador y Señor y están dispuestos a reflexionar a la luz de la Biblia a fin de comunicar el Evangelio en medio de las culturas latinoamericanas”. Con todo esto ha contribuido a “la vida y la misión de las iglesias evangélicas en América Latina, sin pretender hablar en nombre de ellas ni asumir la posición de su vocero en el continente latinoamericano”. Mirando hacia atrás, no me cabe la menor duda del papel clave que, en el propósito de Dios, la FTL ha desempeñado en respuesta a la necesidad de cruzar fronteras teológicas que el contexto histórico le planteaba. ¡Al Dios de amor y justicia que se reveló en Jesucristo y sigue actuando por medio de su Espíritu sea la gloria!

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